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La Cueva de las Orcas

La excelencia de las playas gaditanas de Zahara de los Atunes convive con la fascinación histórica que despierta una enigmática cavidad natural que era utilizada por el hombre del Neolítico como observatorio para determinar la llegada anual de los atunes. La Cueva de Atlanterra, también llamada la Cueva de las Orcas, fue en la Antigüedad un santuario prehistórico con pinturas rupestres y símbolos únicos en esta zona de la península ibérica. Su finalidad, señalar el solsticio de invierno (Sagitario) y el equinoccio de primavera (Aries), épocas en las que se concentran en estas aguas del Estrecho el mayor número de orcas, que coincide con el paso de los atunes rojos (sus presas) para entrar y salir del Mediterráneo. Un secreto celosamente guardado durante siglos.

Nuestros antepasados idearon un sistema solar en la cueva que alcanzó un cierto grado de sofisticación. Tallaron una hendidura en la boca de la cueva y cuando el sol entraba por ella en la época de los atunes los rayos de luz incidían en alguna de las señales y dibujos que se habían pintado en la pared. Los fenicios descubrieron esta relación entre las orcas y las playas para la captura de atunes, y se fueron asentando en puntos clave que en la actualidad siguen teniendo almadrabas, donde se capturan este tipo de pescados y donde existe presencia de orcas en la actualidad.

La cavidad, de no más de metro y medio de profundidad y otro tanto de ancho, se encuentra orientada a poniente, justo delante de donde las orcas vienen a capturar a los atunes desde hace cientos de años, según los datos del cuaderno de bitácora de la almadraba de Zahara de los Atunes, propiedad de los Duques de Medina Sidonia, donde describen la presencia de las orcas por la bahía de Cádiz. El hombre prehistórico que poblaba estos lares descubrió que los más poderosos depredadores del gran azul, las orcas, llegaban al Estrecho en busca de un gran tesoro proteínico en forma de atunes.

La Cueva de las Orcas contiene en su interior grabados rupestres como el de un caballo que pertenece a la época del Magdaleniense, coetáneo de las pinturas de Altamira, de estilo levantino, más esquemático. Parece que en uno de los lados aparece una amalgama de dibujos que podría representar lo que sería un atún bastante grande (se reconoce por la forma grande del pez, pero sobre todo por la forma de la cola, típica de los atunes, en forma de horquilla) Tendría su lógica, ya que justo delante de la cueva es donde se produce el fenómeno oceanográfico que acerca los atunes a la costa, donde resulta más sencillo pescarlos.

Uno de los símbolos que más llaman la atención del viajero es el zodiacal de Aries, una V abierta blanca que las orcas también tienen sobre su piel negra, en la espalda, detrás de la aleta dorsal. Además, el animal que representa Aries es el carnero, igual al nombre que se les daba a las orcas en el Mediterráneo. Aries se inicia el 21 de marzo, cuando comienza la primavera, casualmente cuando pasan los atunes por el Estrecho. ¿Casualidad?

Algunos historiadores, además de observatorio de pesca, consideran que la cueva cumplía también alguna función religiosa como lugar de culto. Quizás los fenicios que arribaron a la costa gaditana se instalaron en esta zona porque tenían la posibilidad de capturar anualmente millones de kilogramos de carne para abastecer a sus flotas de manera que podrían rentabilizar mucho más sus viajes comerciales.

Resulta curioso que todos los años, una población de orcas procedentes de Noruega se desplaza hasta las costas españolas en busca de los bancos de atunes que cruzan el Estrecho de Gibraltar, que origina el descontento de los pescadores que atacan a las orcas y llegan a matarlas en la lucha por el cada vez más escaso atún rojo. Estos grandes cetáceos acechan a los atunes durante una media hora y una distancia aproximada de ocho kilómetros. Cuando los atunes se rinden exhaustos, entonces las orcas los devoran sin más.

Zahara de los Atunes es un pueblo de pescadores con extraordinarias playas como la de los alemanes, que cuenta con una curiosa fortificación, el castillo de las Almadrabas. En realidad, la almadraba es un arte de pesca del atún, que parece ser que fue introducida por los fenicios, según la tradición de los pescadores. Se trata de una suerte de complejo de laberinto de redes donde quedan atrapados los pescados, y donde los barcos, en una locura festiva de placer y sangre, los capturan.

Una opción complementaria a la visita de la Cueva de las Orcas supone acercarse hasta la antigua ciudad romana de Baelo Claudia, cuyas ruinas se encuentran al borde de la playa, entre las puntas Camarinal y Palomas, en la cercana ciudad de Bolonia. Según cuentan las crónicas, en Baelo Claudia se fabricaba el mejor garum (salsa de pescado elaborada con sus vísceras fermentadas) de todo el Imperio Romano.

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