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El Herrero de Castrelos

Cuenta una leyenda gallega, que en Vigo en el pequeño pueblo de Castrelos. Hace mucho tiempo vivía un herrero.

Había vivido siempre pendiente de su trabajo, y nunca tuvo otra preocupación; no se había casado nunca y tampoco se había fijado en ninguna mujer. Pero como caprichoso es el destino, un buen día vio a una bellísima muchacha pasar por delante de su forja, de la que quedo completamente enamorado.

Él por aquel entonces, era ya un viejo, con blancas canas, arrugado por el paso de la edad… pero no se dio por vencido, el insistentemente intentaba cortejar sin éxito a la bella joven.

Incluso llegó a regalarle una carísima joya con el dinero que llevaba ahorrando durante toda su vida, no por este tipo de regalos o insistencias la bella joven se dejaba conquistar. Ella lo rechazó en múltiples ocasiones, pero el herrero seguía insistiendo.

Hasta que un día, el herrero no pudo más y rapto a la joven. La joven sólo le pidió al herrero poder asistir a misa todos los domingos, puesto que era muy devota. El herrero que estaba enamorado perdido de la bella joven e incapaz de negarle nada accedió.

Así fue transcurriendo el tiempo, el herrero trabajaba duramente para poder mantener a su enamorada como una princesa obsequiándola con cosas caras. Y ella a cambió solo pedía ir a rezar a la iglesia del pueblo los domingos.

Un domingo, mientras el herrero estaba en uno de sus descansos en la forja, se le apareció una meiga, encapuchada con viejas ropas, sucia y con unas pintas aterradoras. Esta le advirtió, le dijo que pronto moriría y que su novia encontraría a alguien a quien amar de verdad y se casaría con él.

El herrero furioso lleno de celos e ira cogió un hierro incandescente para deformar la cara de la bella muchacha que en aquel mismo momento se encontraba en la iglesia rezando. Ágilmente el herrero se acercó a la iglesia, pero Dios defendió a la joven de aquel miserable hombre, cuando el herrero se dispuso a entrar en la iglesia, Dios tapió la entrada sur con un muro de piedras evitando así que el herrero pudiese hacerle daño a la joven.

Hoy en día se conserva la iglesia con dicha puerta tapiada.

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