Una empresa encargada por el Concello de Poio realizó un escaneo aéreo de la isla de Tambo con el objetivo de desentrañar algunos de sus secretos, que permanecen enterrados desde hace siglos. El Ayuntamiento promovió una exploración de toda la isla con tecnología Lidar. Este es uno de los métodos más avanzados en arqueología e investigación sobre el terreno. Un dron, sobrevuela el territorio que se quiere analizar y lo «barre» con un sistema láser, que le permite ir descubriendo las alteraciones del terreno que pasan desapercibidas a los ojos humanos.
El resultado es un mapa que permite ubicar, de forma precisa, las estructuras que hay bajo la superficie. También detecta aquellos espacios cuyo sustrato ha sido removido y vuelto a tapar posteriormente. Tambo es en la actualidad una isla arbolada y en muchas zonas su acceso es difícil. La tecnología Lidar logra superar este problema y llegar a todo el territorio. Aquí se encuentra su segunda ventaja y es que también permite una exploración de todo el perímetro de la isla en un tiempo relativamente pequeño.
El Dron que transporta el láser para el escaneo de detalle recaba la información sobre las anomalías del terreno, que después aparecerán en los planos que se confeccionarán en el ordenador, de forma automática, con colores distintos. Así se irán configurando las estructuras que están ocultas bajo la vegetación o el terreno. Cuando el Concello de Poio reciba los resultados, entonces se podrá arrojar más luz sobre el pasado de Tambo y quizás resolver alguna de sus incógnitas. Asimismo, es probable que se puedan documentar restos arqueológicos que ni se sospecha que existan, como ha pasado en otros lugares de interés histórico en Galicia.
Por documentos históricos, se sabe que en Tambo hubo muchas cosas más que, en el caso de conservarse, nadie tiene idea de dónde están. Cuando se hizo el sendero que rodea la isla, se utilizaron piezas de buena cantería, que proceden de edificios antiguos, y que se reciclaron para marcar el camino.
Además de la ermita de san Miguel, hay constancia de otras dos y de un probable monasterio o fundación monacal. Lo que no se sabe es ni dónde se hallaban ni cómo eran. En la cumbre, a ras del suelo, es posible encontrar pequeños fragmentos de cerámica antigua, vinculados con un yacimiento arqueológico, probablemente romano o anterior. Entre la maleza se perciben pequeños lienzos de muralla. No se conocen las dimensiones del castro que pudo desparramarse por toda la ladera. Estos son algunos de los misterios que el escaneo con el Lidar podría empezar a despejar. En pocas semanas podríamos tener la respuesta.
La de Illa de Tambo, sigue siendo gestiona por la Escuela Naval Militar, de Marín. Anteriormente perteneció al Monasterio de San Xoán, de cuyo puerto en la isla, surtía de pescado a los benedictinos de la orden Mercedaria de Poio, en 1890, los vecinos de Combarro también tuvieron su posesión hasta que, de forma "poco clara", paso a manos del político Eugenio Montero Ríos. (Ex presidente del Gobierno de España)
El pazo y la isla tuvieron el mismo dueño, el político Eugenio Montero Ríos (1832-1914), que también fue presidente del Gobierno de España en el cambio del siglo XIX al XX. Esta coincidencia en la propiedad de la isla y del pazo fue la razón por la que la gran mesa de piedra que estaba en la isla acabase en el recinto pontevedrés.
Años después de la muerte del político, en 1914, sus herederos acabarían vendiendo la isla a la Armada, pasando a ser de la Escola Naval Militar de Marín con su creación en 1943, que convirtió a Tambo como arsenal, hasta su desafección a manos del Estado en 2002.
Esta es una de las curiosidades sobre el patrimonio cultural de la isla, disperso por la comarca. Sin embargo, hay más. A finales del siglo XVI, más concretamente en 1589, una flota inglesa al mando de Francis Drake, sir para los británicos y pirata y ladrón para los españoles, entró en la ría de Pontevedra.
Drake, que también saqueó Sanxenxo y se acuarteló un tiempo en la villa, se dedicó al saqueo de algunos puntos costeros. Entre los lugares que atacó estaba Tambo que, indefensa, cayó sin resistencia en manos del invasor. Los ingleses asolaron la isla, o al menos eso se recuerda en la memoria colectiva de la comarca, y destruyeron la ermita y el monasterio. Cuando se fueron, algunas de sus imágenes fueron recuperadas y trasladadas a la iglesia de Combarro.
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