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Sorolla no volvió nunca más a Xàbia

En 1905 la familia Sorolla hizo las maletas para pasar el verano en Xàbia, como ya llevaban haciendo muchos años. El pintor sentía predilección por el paisaje. Lo atestiguan muchos de sus cuadros.

Aquel verano también viajó desde Madrid parte del servicio doméstico del pintor. Entre los empleados estaba Ramona, una joven de 23 años que llevaba un año sirviendo en la casa. Al parecer, era la preferida del pintor y este no quiso prescindir de su compañía aquel mes de agosto junto al Mar Mediterráneo.

Ramona había decidido terminar su noviazgo con un guardia civil justo antes de venir a Xàbia. Consideró que era el momento apropiado. La distancia ayudaría. Sin embargo, él, de nombre y apellido Bartolomé Noguera y originario de Murcia, no aceptó la decisión de la joven.

Bartolomé estuvo varios días en Xàbia. El 20 de agosto se le vio rondando por la zona del Pla y la Mesquida. Contó a la gente que era aficionado al arte. Mentía. Su objetivo era conseguir información sobre la casa en la que se hospedaba la familia Sorolla y, por supuesto, Ramona. Ella no había respondido ninguna de sus últimas cuatro cartas. Él había empezado a perder la cabeza.

El día siguiente Bartolomé apareció cuando Ramona y otra sirvienta, Asunción, se encaminaban a la Sénia de Cruanyes -una gran noria que hacía las veces de lavadero-, situada junto a la actual Avenida dels Furs. Ella se quedó petrificada al verlo. Intentó disuadirlo; pero no lo consiguió. Quiso acompañarlas hasta las afueras de la casa donde estaba el pintor. Siguieron discutiendo. Hasta que se hizo el silencio.

Un primer disparo a bocajarro y otro después cuando ella intentó huir. Así acabó Bartolomé con la vida de Ramona. Y también con la suya. Tenía reservado un tercer disparo para él. Un crimen de violencia de género con suicido posterior del asesino.

Asunción corrió al interior de la casa, presa del pánico, a contar lo que había sucedido. Ellos también habían oído los tiros.

Sorolla se quedó en estado de shock. Enfermó y su situación alarmó a familiares y conocidos. Tanto que decidieron regresar a Madrid. Ya no volvió nunca más a Xàbia.

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