top of page
17020831subiendo Ulia.JPG

Faro de Senokozulua

5-Senokozulua
00:00 / 02:21

Inaugurado en 1909, tras la petición de instalar un sistema luminoso de auxilio, ya que el faro de la Plata, al cual está agregado, no era suficiente. El acceso nocturno al puerto de Pasajes, especialmente con mal tiempo, era complicado y los barcos requerían de maniobras para evitar los entrantes y puntas del canal.

Por su situación el edificio no ve el sol en todo el invierno, lo que lo convierte en un lugar oscuro y húmedo. Ubicado a 50m de altitud, el faro de Senokozulúa se cataloga técnicamente como baliza, ya que su alcance es de 8 millas náuticas.

Utiliza un sistema de colores, que resulta fundamental para la interpretación de los barcos entrantes. Estuvo habitado hasta 1986 y se electrificó en 1933.

El proyecto para la construcción del faro de Senokozulúa se realizó en 1904 por el ingeniero Joaquín Arguedas y tuvo un presupuesto final de 35.639 pesetas.

El torrero de Senokozulúa, no sólo se encargaría del mantenimiento de la luz de dicho faro, sino también de la luz de Punta Cruces y del castillo de Santa Isabel.

Se trata de un edificio clásico, sobrio y funcional, propio de la arquitectura civil. La planta del proyecto muestra cómo se han dividido las distintas habitaciones en función de su uso. Por un lado, se encuentran las destinadas al mantenimiento del faro, como son los espacios de taller, y por otro las habitaciones de uso familiar del Torrero, ambas zonas separadas por el vestíbulo que conduce a la torre.

Actualmente, en el faro no vive ningún torrero. El edificio no es accesible al público y en la distancia puede parecer que se encuentra en buenas condiciones por su aspecto exterior. Su luz sigue en funcionamiento, siendo fundamental para el buen funcionamiento del sistema de señalización del puerto. Sin embargo, basta acercarse y ver el interior del edificio para comprobar su estado descuidado y ruinoso.

El mal estado en el que se encuentra el faro de Senokozulúa se debe en gran parte a que no se encuentra habitado, lo que le ha llevado a un estado de descuido por parte de la Autoridad Portuaria. Como bien es sabido, no hay peor condena para el estado de conservación de un edificio, que la falta de actividad, que no le permite seguir vivo.

bottom of page